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¿De qué mueren los europeos?

José Hutter / Protestante Digital /

Debemos ser tajantes en formular nuestras exigencias: la protección de toda forma de vida humana antes y después de nacer.

Cuando hablamos del sexto mandamiento parece que el tema no requiere muchas explicaciones: la Biblia protege de forma tajante la vida humana. Para eso bastan 2 palabras: no matarás. Y así lo dicen las constituciones de casi todos los países del mundo: la vida humana es sagrada. Sin embargo, un grupo de personas queda excluido del derecho a vivir en la gran mayoría de los países: aquellas que aún no nacieron y viven dentro del vientre de sus madres.

Sólo en la UE y en el nombre de los supuestos derechos de autodeterminación de la mujer sobre su cuerpo y todo lo que contenga se han sacrificado millones de niños en los últimos años.

¿De qué mueren los europeos mayoritariamente? La respuesta puede sorprender (o no): después del cáncer, es el aborto. En países como Francia, el Reino Unido, Alemania y España incluso es la primera causa de muerte1. Cada año hay cerca de un millón de personas en la UE a los que se les niega el derecho a vivir. Mueren por manos de médicos expertos en clínicas pagadas por regla general con el dinero de todos, cristianos incluidos.

Veamos algunos hechos2:

  1. En la UE se produce un aborto cada 30 segundos, 120 abortos cada hora, 2880 abortos al día.
  2. En el año 1998 se produjeron en UE 855.000 abortos. En el 2008 la cifra llegó a 926.000.
  3. En los últimos 40 años, murieron 52.000.000 de niños en la UE antes de nacer. Esto equivale a aproximadamente a la población de toda España.
  4. Los abortos que se producen a lo largo de 12 días en la UE equivale al número de los muertos en accidentes de tráfico en la UE de un año entero.
  5. El 18% de los embarazos en la UE termina en aborto intencionado. Es decir: la probabilidad de nacer vivo está alrededor del 80% en el viejo continente. O dicho de otra manera: uno de cada cinco futuros europeos muere antes de nacer.

Esto es el holocausto europeo  -y también mundial- de todos los días. Sobre las vidas de decenas de millones de niños se construye la sociedad europea que tanto alarde hace de su humanismo y justicia.

Nuestros gobiernos, al permitir eso, se ponen al mismo nivel que los peores carniceros del gabinete de los horrores de la historia. Pero un escándalo mayor que esa matanza, es el hecho de que hay incluso “cristianos” que defienden o tácitamente toleran esta vorágine.

Según la enseñanza bíblica, matar a un niño (la Biblia no conoce la expresión despersonalizada “feto”) en el vientre de su madre es un crimen. Mi argumentación teológica e histórica en este sentido fue publicada en su momento.

Es cierto: el aborto es un tema candente y altamente controvertido en nuestra sociedad. Uno puede creer ingenuamente que la línea que separa a los que están a favor del aborto de los que están en contra (según los términos y condiciones debatidos hoy en día en España) coincide con su creencia o la falta de creencia en los valores éticos de la Biblia.

Pero no es así. Sobre todo las iglesias evangélicas de los países tradicionales en el centro y norte de Europa apoyan plenamente la legislación actual. Manifestaciones en favor de la vida se boicotean sistemáticamente y hasta se critican por los funcionarios de las iglesias oficiales.

En España pocas denominaciones estarían de acuerdo con la actitud permisiva de las iglesias tradicionales de la Reforma en el norte de Europa frente al aborto. Pero pocas veces – para mi percepción personal – se levantan voces “protestantes” en los contactos institucionales con el gobierno. Sí, es probable que no nos hagan caso. Pero esto no nos exime de la obligación de denunciar este crimen legalizado una y otra vez con la vehemencia que merece el tema. El aborto no es una solución. Es un crimen contra la vida humana.

La iglesia tiene la sagrada tarea de ser la voz de aquellos que no pueden defenderse. En el AT esto eran las viudas, los extranjeros y los huérfanos. En la actualidad los únicos que apenas tienen a alguien que levante la voz en su favor, son los niños antes de nacer.

El tema del aborto no es un tema marginal para la Iglesia. Es un tema absolutamente central. Y no se trata de estigmatizar a las mujeres que han optado por un aborto en el pasado. El perdón de los pecados – también del pecado de haber consentido la muerte de un niño antes de nacer – está al alcance de todo aquel que busca el perdón. Pero al mismo tiempo, no podemos y no debemos callarnos ante este holocausto de todos los días.

Es cierto, la Iglesia no recibirá los aplausos del mundo por oponerse al aborto, ya que obviamente una amplia mayoría de la sociedad está en su favor. Pero la Iglesia nunca debería buscar el aplauso del mundo en nada sino defender y proclamar lo que es justo y lo que Dios manda en su Palabra.

Proverbios 31:8.9 dice:

Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso”.

Debemos hacer todo lo posible para enseñar con material gráfico incluido al mundo lo que representa un niño de tres meses de gestación en el vientre de su madre. Hay un desconocimiento terrible en esta área. Un “feto” no es un cúmulo de células, sino se trata de un ser humano desarrollado y plenamente reconocible como tal. Esto es un hecho que se omite y hasta se niega sistemáticamente en los libros de texto o los materiales de enseñanza oficial dedicados al tema.

Los creyentes deberían hacer todo lo posible para apoyar iniciativas (vengan de donde vengan) que se levanten en favor de los más desprotegidos de nuestra sociedad.

Cierto, llamar al aborto “homicidio” está penado por la ley en algunos países. Pero sinceramente, ¿debería esto ser una razón para callarnos?

Muchas ONGs y organizaciones que se dedican a erradicar el hambre en el mundo no tienen inconveniente en mostrar fotos de niños famélicos a punto de morir de hambre. Son fotos terribles. Pero son fotos que obviamente ayudan a recaudar fondos para salvar a más de un niño de una muerte segura.

¿Por qué se considera inmoral e incluso se prohíbe la publicación de fotos de niños abortados en los colegios o en los libros de texto? ¿Por qué no se permiten publicar esas fotos en nuestros medios de comunicación? ¿Por qué no se pueden publicar en los medios oficiales fotos de niños descuartizados y triturados?

Dios no ha llamado a la iglesia para entretener al mundo y para ser un “agente social” más, sino pare decirle la verdad. La iglesia es “columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15). Si nosotros nos callamos por cobardía, ¿quién va a hablar?

La tarea principal de Satanás es la mentira. El capítulo 8 del evangelio de Juan está dedicado a este tema. Identificar las mentiras de Satanás es uno de los privilegios de la Iglesia – también en cuanto al tema del aborto. Es nuestra tarea para advertir a todo el mundo de que algún día estarán delante del trono de Jesucristo para ser juzgados.

El holocausto nazi que acabó con seis millones de judíos de la manera más terrible fue tan horrendo que las palabras son inadecuadas para describirlo.

En la Alemania de la post-guerra fue necesario publicar fotos y ponerlas en periódicos y lugares públicos para que la población alemana finalmente empezara a creer lo que pasó en los campos de exterminación. Nos hace falta lo mismo hoy en día con lo que es la realidad de un aborto.

Dicho todo esto, también debemos como creyentes hacer todo lo posible para ayudar a las mujeres que quieren recibir ayuda para no abortar. 

Los centros de ayuda a mujeres embarazadas de los cuales existen unos cuantos también en España deberían tener todo nuestro apoyo. No hay que pensar solo en el niño, sino también en la madre.

Al mismo tiempo, es importante no parar de alzar nuestras voces en favor de los niños no nacidos. Debemos ser tajantes en formular nuestras exigencias: la protección de toda forma de vida humana antes y después de nacer.

 Nuestra voz delante de los que nos gobiernan no debe callarse nunca. La vida sacrificada de millones de niños en España y la UE es el mayor escándalo humanitario de nuestro tiempo.

Más que un escándalo: es un crimen. Dios no deja que nadie se burle de Él. Una sociedad que defiende la muerte y hasta celebra la muerte como en estos días es una sociedad muerta y bajo el juicio divino.

 

 

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