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Los 70 y 80, época de oro que quisiéramos volver a vivir en Costa Rica (Parte III)

Róger Murillo /periodicomaranata.com/

En las dos entregas anteriores ha quedado claro que algo extraordinario ocurrió en la historia de la Iglesia cristiana en Costa Rica en las décadas de los años 70 y 80.

Y seguramente a todos los que vivimos esa etapa, nos gustaría vivir algo parecido, pero también estamos conscientes de que la última palabra la tiene Dios y nosotros por más que hagamos congresos, reuniones, oraciones y seminarios sobre avivamientos, no podemos producir ninguna visitación de Dios, aunque lo quisiéramos.

Lo que si debemos hacer, es  seguir clamando, al tiempo que propiciar el mejor de los ambientes, por si Dios en su misericordia desea intervenir en forma sobrenatural en nuestra nación o región donde estamos.

De momento, continuaremos con la serie de reflexiones de diversos líderes nacionales sobre ¿por qué perdimos esa época tan maravillosa?

Influencia extranjera

Para Reynaldo Salazar, pastor del Templo Bíblico, después de la efervescencia de esas décadas, hubo un desenfoque y la Iglesia se vio afectada por el impacto de ministerios que por la radio y la televisión impulsaron algunos conceptos y doctrinas que cambiaron la mentalidad de muchos pastores.

“Hubo una influencia transcultural que afectó toda América Latina y Costa Rica no fue la excepción. Comenzaron a llegar conceptos del postmodernismo, luego las tendencias donde todos querían ser profetas y apóstoles. Pero hay que mencionar también lo que yo llamo la institucionalización del liderazgo denominacional -que con todo respeto- es más bien un estorbo, por cuanto muchas veces se percibe que los líderes están pensando en sus estructuras e instituciones, más que en una visión de reino, faltando identidad y compromiso pastoral con la obra nacional, lo cual provocó una ausencia de unidad verdadera. Esas son para mí algunas razones por las cuales fuimos perdiendo aquel mover de Dios que ahora nos da mucha nostalgia recordarlo, donde la ministración del Espíritu Santo, las sanidades y milagros eran el pan de cada día, en cada reunión”, afirma el doctor Reynaldo Salazar.

Para este pastor que por 14 años ha dirigido un movimiento de oración y de avivamiento por Costa Rica, algunos de esos elementos mencionados se reflejan actualmente en la vida de oración del pastor promedio, lo cual consecuentemente muestra la escasa pasión por un verdadero avivamiento, el mantener una constante guerra espiritual, los tradicionales ayunos y vigilias de antaño, así como una  pasión de clamar por cielos abiertos.

En la opinión de don Reynaldo, el avivamiento es la combinación de varios aspectos, en todos los cuales Dios tiene  participación:

1-Alguien comienza con una toma de conciencia de la realidad socio espiritual de una nación, generando una expectativa de lo que pasa en su entorno.

2-Dios marca a esa persona, iniciando una especie de avivamiento personal, lo cual despierta y provoca que ese individuo entre en un convenio con el Señor y un intento de animar a otros en lo que él está viviendo.

3-Este despertar en aquella persona y su eventual pasión por Dios, lo hace actuar en forma efectiva con la visión que se le ha encomendado y a la vez produce un fuerte clamor  por un avivamiento colectivo.

Los tele-evangelistas, el espectáculo y la figura pastoral

Para Jorge Luis Soto Gould quien pastorea una cantidad de líderes de América Latina y Europa a través del Ministerio Olivos Verdes, el mundo espiritual usó la caída de los tele-evangelistas norteamericanos, para golpear el avivamiento que tenía la Iglesia costarricense de aquella época, pero luego el ataque fue a nivel nacional con otros casos de índole moral y doctrinal en ministerios de nuestro país.

“Frenada la Iglesia en el auge que traía, no le quedó otra que la búsqueda de modelos de crecimiento a través de la doctrina, provocando el llamado iglecrecimiento, que está en función de los números o sea de lo cuantitativo, no dando mucha importancia al tema de la santidad, el compromiso, ni el evangelismo, sino lo meta era crecer rápidamente y nada más”, dice el pastor Soto.

A su juicio, hay otros factores más que también influyeron, por ejemplo, se establece un tipo de competencia ministerial, donde aparece el culto a la personalidad del pastor y se llega a niveles donde las reuniones tienden a volverse un espectáculo y consecuentemente ver quien lo hace mejor.

“Actualmente una visitación de Dios nos despertaría otra vez, pero estoy consciente de que no estamos orando con la intensidad que deberíamos. No pareciera que de verdad queremos involucrarnos en la dimensión que Dios nos demanda. Cuando viene el socollón para un país, donde la Iglesia también sufre, nos pasa la de los hebreos, que en tiempos de angustia comenzaron a clamar, eso suele hacer el hombre cuando está en crisis. ¡Qué lástima que Dios tenga que llevarnos a eso para que nos volvamos a él!  Estamos en una zona de confort, eso no hay que dudarlo, debemos de dejar el show y buscar su presencia de verdad”, comentó este pastor.

Para don Jorge Luis si tenemos que propiciar el ambiente, hay que comenzar por el líder. La Biblia habla del 30, 60 y 90 por ciento, de lo que se entiende que un liderato que está al 29.99 por ciento, no califica, pero uno que está al 30 es carnada para la apostasía, o sea está en la frontera.

“Un ministro que está al 60 por ciento está en la crisis, o sube o baja y el que está al 100 es aquel pastor que es modelo en su vida personal, devocional, familiar, iglesia y sociedad. Por ejemplo, un líder cuya prioridad es el dinero, está desenfocado, uno que no es modelo en la familia también y el que tiene una vida social cuestionada está en igual situación”, dice Soto Gould.

Se perdió la vida de oración

Para don Rodolfo Sáenz, aquel lindo mover del Espíritu de Dios comenzó a perderse cuando se fue desvaneciendo la vida de oración del liderazgo y consecuentemente de la iglesia local.

“Aquella fue una época maravillosa, donde los tiempos de oración  parecían cortos, aunque fueran de muchas horas, los ayunos eran de varios días y las vigilias algo normal, ahora uno habla de eso y la gente se asusta. En la actualidad  la gente comenta de ayunos que son puras tonterías, como ayunar de redes sociales. Creo que deberíamos de volver a aquellos ayunos de verdad que practicábamos antes”, dice don Rodolfo.

Para este líder que en aquella época presidía las Asambleas de Dios para toda Costa Rica, una vez que se fue limitando ese tiempo con Dios, decayó con eso el sentido de unidad. Entonces florecieron las denominaciones, se entró en competencia entre iglesias, perdiendo la pasión por el evangelismo y la compasión por la gente perdida, algo que pareciera que  poco le interesa al creyente actual, que le da lo mismo si un familiar se va al cielo o al infierno.

Para el pastor Sáenz, la consagración del creyente y el avivamiento parecen ser parte de una historia muy pasada de moda, donde dejamos la sensibilidad para entrar a una supuesta madurez, que más bien es un reflejo de un creyente muy racional pero poco espiritual, muy académico, pero sin dones del Espíritu. Todo lo cual llevó a la Iglesia contemporánea a predicar un evangelio muy light.

“La oración es la base de cualquier avivamiento, sea personal o colectivo, pero hoy al cristiano no le gusta hacerlo. Recibimos en las redes sociales alguna petición de oración a veces muy importante y urgente, pero lo que hacemos es pasarla a otros, en lugar de orar. O sea, lo que estamos haciendo es una función de correo, pero nada de interceder, por eso somos tan proclives a que el mundo nos entretenga y esto incluye hasta la política, a la cual a veces le damos más importancia que a las cosas de Dios. Debemos de salir de ese estado de confort que nos está traicionando porque en la medida que logremos avivarnos, podemos involucrar a otros en lo que estamos viviendo”, dice don Rodolfo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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