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Partió con el Señor el pastor Álvaro Muñoz

Su cuerpo estará a partir de las 4:30 de la tarde de hoy martes 9 de agosto en el auditorio del Centro Cristiano Vida Nueva, ubicado de la Cruz Roja 100 metros este y 25 al norte.

Róger Murillo-periodicomaranata.com/

Este martes nueve de agosto en el Hospital México a los 87 años de edad y después de 64 de pastorear, partió a la presencia de Dios don Álvaro Muñoz , luego de mucho tiempo de estar batallando con algunos problemas pulmonares.

Su cuerpo estará a partir de las 4:30 de la tarde de hoy martes 9 de agosto en el auditorio del Centro Cristiano Vida Nueva, ubicado de la Cruz Roja de Alajuela, 100 metros este y 25 al norte.

Luego lo retirarán el miércoles a las 8 de la mañana, para regresarlo a este mismo templo, el jueves 11 de agosto a las 3 de la tarde con el objetivo de realizar un servicio memorial, según lo comunicó a periodicomaranata.com el pastor Armando Vargas.

Don Álvaro no solo fue un reconocido líder en la ciudad de Alajuela, donde pastoreó por más de 50 años el Centro Cristiano Vida Nueva (CCVN), -afiliado a las Asambleas de Dios- sino también porque durante varias décadas laboró en la emisora Faro del Caribe, donde comenzó poniendo discos, luego fue locutor, hasta llegar a la gerencia administrativa.

Esa función la dejó, para asumir el Centro de Orientación Familiar del Instituto Internacional de Evangelización a Fondo (IINDEF).

También presidió la Federación Alianza Evangélica Costarricense y la Fraternidad de Ministerios de Costa Rica. Además, fue miembro activo de la Fraternidad de pastores de Alajuela.

Hace unos pocos años atrás, el Seminario Harvest en Costa Rica, presidido por el pastor Carlos Chacón, le otorgó un doctorado Honoris Causa en Divinidades.

Don Álvaro y doña Ana cumplieron en abril, 61 años de matrimonio. (Foto Maranata).

Breve historia

Álvaro Humberto Muñoz Mora, nació en San José y cuando apenas terminaba su primaria, a escasos 13 años, perdió a su madre.

Tras ese duro golpe, poco tiempo después murió su padre, quedando huérfanos aquellos cinco hermanos. Álvaro era el mayor y el menor tenía solo dos años.

Así se inició una dura faena para estos muchachos que tuvieron que trabajar a muy corta edad, para poder subsistir.

Con el pasar de los años, aquel jovencito tuvo que asumir el rol de padre y quizá, para calmar las presiones tempraneras de la vida, comenzó a refugiarse en el alcohol, lo cual le produjo no solo un deterioro emocional, sino también físico,  marcándole un derrotero nada prometedor para el futuro. Esto hizo que buscara ayuda espiritual, leyendo literatura sobre Dios.

En ese proceso alguien le regaló una Biblia, pero no tenía el Génesis, algo que no fue problema para este joven  porque el resto para él fue parte de una lectura interesante, en su afán de cambiar de vida.

Fue a los 17 años cuando llegó a una empresa a trabajar, donde había un bautista, un pentecostal y un Testigo de Jehová, quienes en forma coincidente -como percibiendo un buen prospecto- lo invitaban a sus congregaciones.

A los dos primeros les aceptó la propuesta de asistir a sendas congregaciones, pero fue en la Iglesia de Dios del Barrio Los Ángeles, donde entregó su vida a Jesucristo.

Más adelante, asistió donde don Gonzalo Báez en las Asambleas de Dios -por la Castellana-  donde muy pronto se involucró en la sociedad juvenil y unos cuántos meses después ya predicaba en las calles, casas y “campos blancos”.

“Yo siempre he tenido una excelente memoria visual y auditiva, por lo tanto, lo que oía de un predicador,  lo enseñaba en otra parte, casi idéntico, hasta con los mismos versículos. Hacía eso porque no tenía ninguna preparación, hasta que ingresé al Instituto Bíblico de las Asambleas de Dios y ahí comencé la preparación teológica pertinente”, dijo don Álvaro al periódico Maranata en una entrevista realizada hace varios años.

Fue en aquella congregación del Barrio La Castellana, donde conoció a una jovencita de apenas 18 años, su nombre Ana Badilla, con ella llegaría a casarse y posteriormente a procrear a:  Guiselle, Ingrid, Erika y Saskia.

Don Álvaro y doña Ana junto a sus hijas: Guisselle, Ingrid, Ericka y Saskia. (Foto Maranata).

Llegó a Alajuela, para quedarse

Después de estar durante seis años pastoreando en Moravia, Marco Murillo, el Superintendente de la época, para el año 1965, le solicitó asumir la congregación de Alajuela, que se había quedado sin pastor.

Doña Ana de Muñoz recuerda que pasaron nueve años muy duros, donde a veces duraban hasta tres días comiendo solo frijoles y en ocasiones no tenían dinero ni para desayunar.

“Vivíamos a la par del templo y con regularidad Álvaro me advertía que no enciendiera el fuego porque no había nada para el café. Al rato llegaba otra vez y me decía, ahora sí puedes hacerlo, porque pasó un hermano y nos dejó dos colones, con eso podemos comprar el pan. Dependíamos cien por ciento de Dios, teníamos que doblar rodillas cada día para que el Señor tuviera misericordia y poder subsistir”, expresó doña Ana al periódico Maranata.

Como si lo económico fuera poco, existía mucha hostilidad en el entorno hacia los evangélicos, ya que con frecuencia, la gente pasaba y tiraba piedras al templo o quitaba el fluido eléctrico bajando “la cuchilla” desde afuera y muchas situaciones más.

Las cosas comenzaron a cambiar en la parte financiera, cuando don Álvaro ocupó la gerencia administrativa de Faro del Caribe y luego con su labor de asesor de IINDEF.

Ambas funciones las alternó colaborando voluntariamente con la Federación Alianza Evangélica y con la Fraternidad de Ministerios de Costa Rica, donde fue uno de los fundadores.

Hace algunos años el periódico Maranata le realizó este video a don Álvaro Muñoz y a su familia.

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