OPINIÓN

Oremos: ¡Ganemos esta batalla!

Acabamos de ser testigos de las audiencias celebradas en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Juan Cortés y Yolanda Meléndez Sinergia Liderazgo y Desarrollo /

Cuenta la historia que cuando el primer ministro Winston Churchill se vio perdido porque Hitler iba a invadir a Inglaterra dijo que lo único que les quedaba era orar, y se armaron en todo el país cadenas de oración. Hitler iba en camino, pero nunca llegó; no se sabe qué fue lo que lo detuvo. Al parecer una niebla muy intensa lo cubrió y se regresó para nunca más volver.

Después de eso la Reina de Inglaterra expresó un pensamiento que hasta hoy se mantiene: «Le temo más a un ejército de personas orando, que a un ejército militar».

Acabamos de ser testigos de las audiencias celebradas en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ubicada en Los Yoses, San José, Costa Rica, durante los días 22 y 23 de marzo. El tiempo para escuchar los argumentos de ambas partes en el sonado caso Beatriz vs El Salvador, terminó. Los jueces revisarán en los próximos días la documentación adicional solicitada a ambas partes, para poder emitir un fallo en los próximos meses.

El caso de Beatriz vs El Salvador, fue elegido por la parte pro aborto, como un ícono de su causa, por su potencial de provocar sensibilización y empatía en quienes desconociendo los hechos solo escuchen una versión de la historia. La verdad es que Beatriz siendo una joven mujer, de condición socio económica deprimida, con algunas enfermedades como lupus y artritis, quedó embarazada por segunda vez porque no quiso esterilizarse, cuando los médicos se lo aconsejaron, ya que quería más hijos. Al tiempo, siguiendo su cuidado prenatal, se descubre que su bebé traía una malformación, que, aunque no le quitaba su condición de ‹ser humano›, le iba a ser difícil seguir viviendo luego de nacer.

Algunos grupos pro aborto, convencieron a Beatriz de que, si no se practicaba un aborto iba a morir y seleccionaron su caso para darle un acompañamiento y financiamiento hasta las últimas consecuencias.

Los hechos presentados en las audiencias demostraron que El Salvador dio todo el acompañamiento de salud integral que tanto ella como su bebé requirieron. Nunca tuvo preclamsia y se le practicó una cesárea a las 26 semanas (el embarazo completo tarda unas 40 semanas); asistiéndose tanto a Beatriz, como a Leillani, como le llamó a su niña, quien murió unas horas después de nacer.

Cuántos diagnósticos médicos han estado equivocados aún en casos como el de la hijita de Beatriz, donde se esperaba que un bebé no sobreviviera luego de nacer, pero al nacer se dieron cuenta que solo fue una malinterpretación médica.

Lamentablemente 4 años después, Beatriz tuvo un accidente de moto que le provocó la muerte. Con patrañas y artilugios, los grupos abortistas hacen el intento de vincular su muerte con el aborto que no se practicó, 4 años antes. ¡Absurdo! Sin embargo, esta ausencia de lógica es la que caracteriza a las ideologías que subyacen en estas causas.

Con este tipo de casos, se nos dibuja ante nuestros ojos una sociedad post moderna de deshecho. A quien se le encuentre defecto, se le puede “lanzar al basurero”. Pareciera que nos hemos convertidos en dioses con la capacidad de enviar al patíbulo a quien “nos parezca” que tenga alguna situación equis, incompatible con la productividad. Hoy es anencefalia, síndrome down (como ya se ve en algunos países europeos), mañana cualquier cosa puede caber bajo esta peligrosísima premisa.

Nos encontramos frente a un gran conflicto que nos llega de invasores más contemporáneos, gente con intenciones perversas, sin escrúpulos, que aman el dinero y sus propias ideas incoherentes, por eso impulsan y presionan a los gobiernos para aprobar (en este caso) el aborto, sosteniendo mentiras e ignorando la antes tan defendida ciencia.

Es incoherente que la misma Corte Interamericana de Derechos Humanos, quien debe tutelar que el llamado Pacto de San José (nombre que se ha dado por haberse firmado en San José, CR) o con su nombre más formal: Convención Americana sobre Derechos Humanos, sea respetado por los países que lo firmaron, se muestre como promotora de lo contrario a lo que este Pacto establece en su Art. 4.1:

Artículo 4 Derecho a la Vida 1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.

¿Por qué proteger las 2 vidas con integralidad y con el mayor de los esfuerzos? Toda vida debe ser tratada con respeto, dignidad y debe proveerse protección desde la concepción. La vida de la mujer lógicamente debe ser protegida pero nunca terminando la vida del bebé por nacer, si todavía quedaran acciones que le puedan permitir sobrevivir a ambos, muchos menos por la simple voluntad de una vida sobre la otra. ¡Nadie vale menos! El tener una condición de discapacidad o una patología, no reduce el valor de un ser humano, el que una persona dependa de otra en dado momento o circunstancia de la vida, tampoco justifica el poder sobre la vida del otro. Si así fuera, los padres podrían matar a sus hijos cuando así lo desearan y no solo cuando están en el útero materno, por el solo hecho de depender. Así mismo el cuidador podría terminar con la vida de un adulto enfermo, de un adulto mayor o de cualquier persona solo porque ésta sea dependiente. Nos debemos como sociedad el cuidarnos unos a otros.

¿Qué sigue? La Corte Interamericana de Derechos Humanos emitirá su resolución en unos meses. ¡Nosotros los hijos del Todopoderoso tenemos una inmensa oportunidad ante nosotros! ¡Debemos echar mano de esta poderosa arma de guerra, la oración! Hagamos grupos de oración en las 7 provincias.

Desde Sinergia Liderazgo y Desarrollo, hacemos un llamado a cada cristiano que lea este artículo a armar sus hogueras de oración y clamor, desde su casa, desde su iglesia, desde su vecindario… Formemos este tan poderoso ejército del que habló con admiración la reina de Inglaterra. Pongámonos de acuerdo como una sola persona ante el Trono de la Gracia y hasta el día en que se emita ese veredicto que podría condenar a la muerte a millones de niños por nacer, inclinemos nuestro corazón ante nuestro poderoso Señor, para suplicar por la intervención divina en defensa de los más indefensos.

La Corte celestial es superior a cualquier corte de este mundo y tiene audiencia abierta para nosotros las 24 horas, los 7 días. Déjanos saber que te unes a este esfuerzo enviándonos el mensaje “Me uno en oración” al WhatsApp (506) 6485-2213, déjanos saber desde que lugar te estás uniendo. ¡Oremos y ganemos esta batalla!

(Los comentarios, artículos de opinión, de testimonio o de formación espiritual, así como las informaciones que reproducimos de otros medios, sean noticias o debates, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

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