OPINIÓN

Un matrimonio sin Dios

Luis Diego Zuñiga / Periodista /

No hay anillos. Eso está desfasado. 

La entrada en vigencia del matrimonio igualitario en Costa Rica supone un porvenir oscuro para los años venideros, tocante a las costumbres y tradiciones familiares. 

Era común ver al padre y a la madre con los hijos un domingo saliendo del culto o de la misa para ir a compartir al parque y comer en familia, ver el juego de fútbol o tan solo a caminar.

Entre besos, risas y bromas, crecí yendo a la Avenida Central con mis papás a tirar confeti en navidad o ir al tradicional tope a ver los caballos, o montar a los burritos en Plaza Víquez.

El chico y la chica de la mano y comiéndose un algodón de azúcar, los juegos de muñecas y la comidita donde uno era el papa y otro la mama. 

Hoy ¿cómo le explicamos a un niño cuando vea dos hombres de la mano, o dos mujeres darse un beso y no precisamente en la mejilla, les diremos que la sociedad evolucionó?

 Les explicaremos que los tiempos cambian y ahora eso es normal y ¿que ellos pueden decidir que quieren ser?  

La tecnología evolucionó, pero la humanidad se pervirtió bajo un ropaje falso de tolerancia, igualdad, fraternidad y justicia que no precisamente fueron los que abrazaron en la Revolución Francesa, sino para vestir al hombre de pecado que llama a lo malo bueno y a lo bueno malo, que niega a Dios y le pone una equis, porque sus principios no están acorde con sus intereses y le resulta más fácil recurrir a términos como homofobia, discriminación e incitación al odio, que acatar el camino del Todopoderoso que es a la postre el mejor camino para tener tranquilidad y sentirse pleno. 

Se aprobará una igualdad desigual porque nunca se podrá equiparar esta figura a la unión sagrada entre un hombre y una mujer y a la que la mayoría de costarricenses con el dolor en el alma, tuvo que aceptar con el puño en la boca porque La Corte Interamericana de Derechos Humanos le pasó por encima a nuestro Código de Familia y a nuestra democracia, porque se fue por el desagüe la posibilidad que surgió en el 2012 de ir a un referéndum donde los costarricenses pudiéramos manifestar con tinta nuestro criterio. 

Hoy con dolor digo que la lucha que empezó el Movimiento Diversidad desde finales de los 90s e inicios del 2000, ha visto coronada su causa, no solo gracias a la citada Corte sino gracias a una prensa pusilánime quien nunca entendió que el modernismo no solo debe ser en lo tecnológico, económico y social sino también en lo moral, en el pensamiento de las mayorías por encima de las minorías y a una Asamblea Legislativa que históricamente ha sido la primera en agrupar la mayor cantidad de diputados evangélicos, pero que no fue capaz como mártires cristianos de evitar un desenlace tan triste por la falta de insistencia o de carácter, o quizás de espuela política.

No quiero imaginar un futuro en la que un niño vaya al tope, al circo o al cine de la mano de dos papas o dos mamas, no creo verlos a la salida de una iglesia porque creo que para ese tiempo ya Dios en esas mentes infantiles… sea solo un cuento de hadas.

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