OPINIÓN

Religión y Política

 

 

 

 

 

 

 

Fernando Berrocal/Abogado y periodista/

La extraordinaria reforma social de los años 40 no habría sido posible si Monseñor Víctor Manuel Sanabria y la Iglesia Católica no hubieran apoyado abiertamente al presidente Rafael Ángel Calderón Guardia. Una foto de la época deja constancia, encaramados juntos en un jeep, del Reformador Social, Monseñor Sanabria y el líder comunista Manuel Mora Valverde, en una manifestación de respaldo popular a las Garantías Sociales.

Eso es historia, pero es el ejemplo vivo de una iglesia comprometida y en acción, no solo en los temas de Dios, sino también en las realidades y debates de este mundo y las urgencias del desarrollo económico integral con justicia y equidad social, paz y valores superiores de libertad, fraternidad y tolerancia.

Ese recuerdo fotográfico del pasado lejano vino a mi mente el pasado 2 de agosto, con las sustantivas y valiosas palabras del Obispo Manuel Eugenio Salazar, en que defendió “el derecho inviolable de los católicos de meternos en política” y le recordó a la Casa Presidencial que “el gobernar para todos no debe ignorar la historia cristiana de este país”. Dos verdades como un templo.

En Roma el, Papa Francisco, venido desde el lejano sur de América Latina y no sin una enorme oposición interna en el Vaticano, tiene temblando la rigidez de los teólogos ortodoxos y el conservadurismo religioso. Por ello…  ¡Qué bueno y positivo sentir y comprobar, como católico, que nuestros obispos están de acuerdo con Francisco y los nuevos aires comprometidos y actuantes de una Iglesia pastoral y guía del pueblo en los temas POLÍTICOS fundamentales! 

Actuar en POLÍTICA con mayúscula es un compromiso ciudadano de vida.  

A lo que me opongo y lo digo abiertamente, es a la manipulación política de los sentimientos religiosos en la dirección de un partido político específico y sus intereses electorales para llegar al poder y a la Casa Presidencial.

Esa manipulación, aplicada en las elecciones del 2018 por calificados expertos extranjeros, le dio el triunfo al presidente Carlos Alvarado, como antes la manipulación sobre una consulta no vinculantes a la CIDH sobre el matrimonio homosexual, había levantado desde la nada hasta las alturas, la candidatura del candidato evangélico pentecostal Fabricio Alvarado. Esas manipulaciones políticas son éticamente censurables y hay que diferenciarlas de la POLÍTICA.

Por eso celebro, igualmente, que el pastor Rigoberto Vega, oficialmente y como presidente de la Alianza Evangélica, haya establecido fronteras entre los costarricenses de fe evangélica y protestante con los partidos políticos específicos y sus ambiciones electorales. Esa frontera con todos los partidos políticos debe tenerlas igualmente la Iglesia Católica. Así debe ser siempre.

Una cosa es la POLÍTICA con mayúscula y otra cosa las manipulaciones y las ambiciones, aunque sean legítimas, de la política con minúscula, para llegar al poder y a la Casa Presidencial. Ahí hay que diferenciar y decir que “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, como nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo.

(Las artículos de opinión, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio).

 

 

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