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¿Por qué setiembre es el mes de la Biblia?

Por : Mayra Ugalde H. /

Desde hace 50 años en América Latina es una tradición celebrar en setiembre el Mes de la Biblia; esta celebración se realiza debido a dos acontecimientos de la historia de la humanidad ocurridos en este mes:  el primer evento data del 30 de setiembre del año 420 cuando Eusebio Jerónimo, conocido como San Jerónimo, falleció. San Jerónimo fue la persona que recibió el encargo de parte del papa Damaso I, de traducir la Biblia del griego al latín; recordemos que los primeros cristianos usaban como su Biblia lo que hoy conocemos como la Septuaginta – que era la traducción griega de los textos hebreos – La traducción hecha por Jerónimo es lo que conocemos como la Vulgata Latina,  que fue usada por la Iglesia cristiana por más de 1000 años.

 El segundo evento y el más importante para los protestantes y evangélicos, -siendo este el motivo principal por el cual se institucionalizó setiembre como el Mes de la Biblia – ocurrió, porque la fecha de publicación de la Biblia del Oso (que se convierte luego en la Biblia Reina Valera), fue el 28 de setiembre de 1569.

La Reina Valera ha sido la Biblia más usada en América Latina por casi 500 años, en muchos de nuestros países llegó primero la Biblia  que un misionero, incluyendo a Costa Rica,  donde las biblias  ingresan  por primera vez en el año 1849, traídas por el capitan William Le-Latcheur. 

La Biblia del Oso como se le llama, fue la primera traducción de la Biblia completa que existió al castellano, hecha desde el hebreo y el griego. Antes de esta existían algunos esfuerzos de traducción, pero fueron hechos desde el latín, nunca de los textos hebreos. La Biblia del Oso, se publica en la época de oro de la literatura española, fue un aporte a la humanidad, una contribución histórica, en medio de la santa inquisición, que prohibía la traducción de la Biblia en ese momento, bajo pena de muerte.

Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, fueron monjes que estaban recluídos en el convento de San Isidoro del Campo, que queda en Sevilla, España, actualmente considerado patrimonio de la humanidad.

Estos monjes se habían convertido al protestantismo, abrazando las ideas de Lutero, siendo una de ellas que cada persona debía tener acceso a la Biblia en la lengua que pudieran entender.

Les recuerdo esta historia, no para defender a la Reina Valera -nuestra Biblia no necesita que la defendamos-  sino porque  muchas casas comerciales usan el nombre de Reina Valera para tener una posición en el mercado, otros dicen que está desactualizada, otros que la base textual era muy reciente por tanto no es buena; pero la historia no se puede borrar, la Biblia sigue siendo la Palabra de Dios en nuestro idioma, y llegó a nosotros porque Dios nos ama, y tiene muchos hijos en América Latina a quienes Dios deseaba que le conocieran.

Recordar la historia nos lleva a la reflexión; pensar, ¿quiénes somos?, nos ayuda a reafirmar ¿en qué creemos?, los cristianos protestantes nos llamábamos por mucho tiempo “el pueblo del libro”, porque un cristiano leía la Biblia todos los días, reflexionaba en ella, tomaba su tiempo para estudiarla a diario.

Para el creyente, leer la Biblia era sentarse a escuchar las Palabras de Dios, la memorizaba, y luchaba por vivirla. Se reconocía al cristiano fiel porque no se avergonzaba de cargar su Biblia y en tiempos de descanso o en sus viajes en el bus, la leía, no le importaba que se burlaran de él, lo que le interesaba era poder leerla. 

Los seguidores de Cristo usaban la Biblia como su guía, para aprender a vivir la nueva cultura, la que Jesús nos enseñaba basada en el Sermón del Monte; la conversión no era solo un acto público de recibir a Jesús, era hacer el compromiso de vivir según Jesús, y para saber sus mandatos estudiaban la Biblia; por lo tanto el cristiano leía la Biblia para aprender a vivir como Dios ordenaba; no se leía la Biblia por las promesas, o para ordenarle a Dios que cumpliera lo que prometía; confiaba que lo que estaba registrado en la Biblia se cumpliría.  La Biblia era el centro del culto protestante,  la prioridad era leerla y estudiarla.

Hoy la gente lee la Biblia y la ve de forma diferente; algunos la ven como una reliquia histórica, otros la tienen en la casa como recuerdo, otros porque les puede traer buena suerte, otros la tienen al lado de su cama con la intención de leerla, otros prefieren estudiar acerca de ella, tienen títulos universitarios en teología pero nunca la han leído completa, ante este panorama los protestantes ya no son “el pueblo del libro”, porque el mensaje del libro ya no es el centro del culto, leerla y vivirla ya no es la prioridad, y es que cuando la Iglesia pierde su confianza en el poder del evangelio acude al poder político para vivir, dejando de ser el pueblo de Dios.

Ante lo que se vive hoy en nuestro país, animo a la Iglesia a leer la Biblia, a celebrar el Mes de la Biblia, a usar setiembre como la plataforma para volver a ella.

Hay muchas actividades que se pueden realizar, como escribir a mano tal y como los copistas del inicio del cristianismo lo hacían. Escribir todo un evangelio durante el Mes de la Biblia, animando a los hermanos de la iglesia a copiar  versículo por versículo, luego  empastarlo y hacer una celebración de que la Biblia hoy la tenemos hasta en forma digital.  También se puede predicar durante todo el mes acerca de los avivamientos en la Biblia, cada avivamiento que vivió el pueblo de Dios partió de que volvió a leer la Biblia o parte de ella, así le ocurrió a Josías, Nehemías, y fue la orden que deja Dios a Josué, cuando le dice:

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”  Josué 1:8-9

 Que la escuela dominical organice un concurso de memorización de este texto bíblico y los niños que lo digan de memoria reciban un premio.  Que los jóvenes estudien qué significa hoy para ellos este pasaje y cómo pueden aplicarlo a sus vidas; que las mujeres de su iglesia hagan un café para invitar a todas las mujeres de la comunidad a hablar sobre lo que dice la Biblia para la mujer de hoy. Que los hombres de la iglesia se reúnan a pensar qué dice la Biblia para ellos hoy y cómo compartirla.

Organice a su iglesia para hacer la dinámica del libro perdido y le ponen a las Biblias una invitación a reunirse para aprender más de ella. Anime a cada miembro de su iglesia a orar por una familia vecina y al final del mes obsequiarle una Biblia.

Eso y mucho más podemos hacer desde la iglesia para celebrar el Mes de la Biblia.

Lea también: Calendario de las actividades del mes de la Biblia, de Sociedad Bíblica de Costa Rica.

 

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