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Los Boy Scouts de EE UU se declaran en quiebra tras enfrentarse a cientos de acusaciones de abusos sexuales

Yolanda Monge / El País /

Se trataba de una quiebra largo tiempo anunciada. Al acogerse al famoso capítulo 11 de bancarrota de la ley norteamericana, la organización Boy Scouts de América logra un doble objetivo, mantener sus actividades y hacer frente económicamente a las cientos de demandas por abusos presentadas contra miembros de la veterana institución. Con 110 años de historia y más de dos millones y medio de miembros de entre cinco y 21 años, Boy Scouts de América (BSA, siglas en inglés), una de las mayores organizaciones juveniles de Estados Unidos, pretende cerrar así un oscuro y dramático capítulo de su historia.

 Según se recoge en los conocidos como “archivos de perversión”, fruto de la investigación llevada a cabo por Janet Warren, profesora de la Universidad de Virginia contratada por BSA para documentar los abusos, más de 12.000 miembros de los Scouts han sido víctimas de abuso desde la década de 1940. Según esos mismos archivos, dentro de la organización existen más de 7.800 abusadores

A la una de la madrugada del martes, antes de presentar la declaración de quiebra, el presidente de Boy Scouts, Roger Mosby, hacía público un comunicado en el que aseguraba que la organización que dirige se preocupaba “profundamente” por todas las víctimas de abusos y se disculpaba “sinceramente” con todo aquel que durante su etapa en el grupo hubiera sufrido daños. “A pesar de que sabemos que no hay nada que pueda deshacer el trágico abuso que han sufrido las víctimas, creemos que con el proceso del capítulo 11 [la quiebra] podremos proveer con una compensación justa a los perjudicados mientras que mantenemos la importante misión de BSA”.

Como resultado inmediato y directo de la solicitud de quiebra, los Scouts paralizan momentáneamente las demandas por abusos y limitan la capacidad de las supuestas víctimas para contar su parte de la historia y tener un juicio con luz y taquígrafos.

Para Michael Pfau, abogado cuya firma representa a más de 300 presuntas víctimas en todo el país, la reclamación de responsabilidades en un proceso de bancarrota cambia totalmente ya que, por ejemplo, los afectados “no tendrán que hacer declaraciones sobre la historia de sus abusos”, explica el letrado a los medios estadounidenses. “Sus vidas no serán examinadas ni expuestas», resaltó Pfau. En contraposición, no habrá justicia en una corte.

En declaraciones a CNN, Paul Mones, otro abogado que representa a «cientos de víctimas de abuso sexual en demandas individuales», calificó la bancarrota de la organización como una «tragedia». «Estos jóvenes hicieron un juramento.

Se comprometieron a ser obedientes, se comprometieron a apoyar a los Scouts y se comprometieron a ser honorables. Muchos de ellos están terriblemente enfadados porque eso no fue lo que les sucedió y los Boy Scouts de América no dieron un paso adelante como deberían haberlo hecho» ante estas situaciones, dijo Mones. Este abogado critica que la quiebra se ha solicitado «como resultado de décadas de ocultación de los abusos por los Boy Scouts y sus líderes».

Expertos en el tema citados por medios estadounidenses, que apuntan que el número de afectados por presuntos abusos en los Scouts en Estados Unidos puede incluso superar a los de la Iglesia católica, consideran que el proceso de bancarrota impone un límite temporal para las demandas que puede jugar en contra de las víctimas, ya que si estas no están psicológicamente preparadas para dar el paso de contar su caso, perderán su oportunidad y por tanto su voz. Según Pamela Foohey, profesora de derecho citada por el diario The Washington Post, este es uno de los objetivos que busca Boy Scouts al pedir la bancarrota: recortar el número de demandas.

La quiebra permitirá que la asociación acumule todas las demandas en un solo tribunal y puedan intentar negociar un acuerdo, en lugar de usar los fondos de la organización para enfrentar cada caso individualmente, lo que podría dejar a algunas víctimas sin nada. Una estrategia similar fue la que se utilizó para resolver demandas de abuso sexual por más de 20 diócesis católicas y la federación de gimnasia de Estados Unidos por los abusos de Larry Nassar, médico del equipo olímpico.

Con sede en Irving, Texas, BSA ha insistido en que su intención es crear un fideicomiso de Compensación de Víctimas que proporcionaría una compensación equitativa a los afectados. No obstante, los responsables de BSA piensan continuar con sus programas de «exploración, reuniones, actividades y otras aventuras, además de los innumerables proyectos de servicio» y tienen la intención de prolongarlos durante «muchos años».

De esta forma, esta emblemática organización asegura que quiere «mantener sus compromisos con sus miembros, familias, líderes voluntarios, empleados, jubilados, donantes y exalumnos en la mayor medida permitida por las leyes de bancarrota». Sin embargo, según «Abused in Scouting» (Abusados en los Scouts), una red de firmas legales que representan a las víctimas, la declaración de quiebra podría significar el fin de los Boy Scouts.

Según informaba el diario The Wall Street Journal el mes pasado, el Consejo Nacional de los Boy Scouts y los consejos locales afiliados tienen activos por un total de 5.000 millones de dólares, incluyendo inmuebles, campamentos y zonas de senderismo. Los Scouts reiteran en su comunicado: «Podemos estar a la altura de nuestra responsabilidad social y moral para compensar justamente a las víctimas».

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