OPINIÓN

La Iglesia Evangélica en una Costa Rica en crisis

 Dr. Carlos Araya Guillén / Educador /

Comencemos subrayando que el compromiso social, político cultural, y económico de la Iglesia Evangélica, frente a las severas crisis que vive nuestro país, nace a la luz de la Palabra de Dios. 

Iluminada por la verdad bíblica, la Iglesia, debe expresar su presencia en la realidad favoreciendo la democracia, la libertad, el humanismo espiritual, la justicia social, el bien común, y la defensa y propagación del evangelio.

Como Iglesia está por encima de los partidos políticos, de las ideologías de turno y en especial, de las nuevas concepciones materialista y dictatoriales del mundo de nuestros días que amenazan la fraternidad y la vida en comunidad basada en el amor al prójimo.

La Iglesia Evangélica debe predicar, sin cesar, las buenas nuevas de salvación a todos los hombres llevando por medio de Jesucristo el mensaje de paz, amor, justicia, equidad, igualdad y solidaridad.

Como los profetas del Antiguo Testamento la Iglesia Evangélica debe levantar su autorizada voz de denuncia contra la idolatría de la riqueza, el arbitrario poder, el lujo de la sociedad de consumo y desperdicio, el egoísmo social y el espíritu de pecado de todos aquellos que explotan a los más humildes  vulnerables y pobres de este mundo, ignorando su rostro de angustia, dolor y miseria.

Inserta en una realidad pluralista, la Iglesia Evangélica está llamada a ser luz frente al individualismo, a promover la verdad frente a la mentira política, el diálogo frente a las actitudes totalitarias y condenar frente a todos aquellos modelos gubernamentales que desconocen la libertad existente en la infinita sabiduría y misericordia del Altísimo Señor de los Ejércitos.

Desde la fe evangélica, se debe orar por la Costa Rica sumida en crisis.  Nuestra patria está enferma, razón suficiente para orar por los trabajadores, las familias, por impuestos justos, por respeto a los derechos humanos de todos los costarricenses, por el bien común, por la conservación de nuestra libertad y Estado Social de Derecho, por la realidad política nacional, por la educación, la regulación del mercado, los valores morales y espirituales.

El gobierno se ha alejado de Dios, al imponer y defender la ideología de género, el aborto, el matrimonio igualitario, la familia antinatural y al desatender y tolerar la corrupción institucionalizada.

Por esto y muchas cosas más la Iglesia Evangélica debe seguir orando insistentemente para que los reyes de la tierra alaben la gloria de Dios (Salmo 138:4-5) y reconozcan, como las aguas cubren el mar, el conocimiento y poder del Señor. (Habacuc 2:14).

Dios está con nosotros desde la creación, la encarnación, en el Gólgota, en su gloriosa resurrección  y en la naturaleza de la oración de fe, convencidos que el amor de Dios y la gracia del Espíritu Santo conocen y escuchan nuestras preocupaciones cotidianas. Amén

(Los comentarios y artículos de opinión, son propios de las personas que los escriben y no necesariamente representan el pensamiento de este medio)

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